Agencia de Viajes

lunes, 11 de agosto de 2008

Jet-Lag, desagradable compañero de vuelo

Desde que Hipócrates, el padre de la medicina, mencionara en la antigüedad la influencia de los "ciclos anímicos" en la salud, hasta la aparición de Wilhelm Fliess, quien en 1890, esbozó la teoría del biorritmo, una larga lista de estudiosos han intentado demostrar que los seres humanos fluctuamos al compás de un "metrónomo" biológico que nos pone en sincronía con el universo.

Y al parecer estamos tan ligados a esta "melodía cósmica" que cualquier intento por salir de esa frecuencia repercute directamente en nuestro organismo provocando importantes trastornos físicos y psicológicos.

El ejemplo más concreto es el conocido "jet-lag". Este desajuste del reloj biológico que todos llevamos dentro se produce cuando subimos a un avión para realizar viajes muy largos, por lo general aquellos que superan las 12 horas.

Ese tipo de viajes generan grandes modificaciones en el patrón de "costumbres" que nuestro organismo tiene y comienzan a aparecer síntomas de agotamiento, estrés, insomnio, náuseas.

Imagínate que partes desde Australia con destino a Sudamérica: ese vuelo implica numerosas escalas, y cuando llegas a destino es la mañana del mismo día que saliste. Tu cerebro se confunde y el cuerpo acusa las consecuencias.

Los expertos sugieren adaptarse al horario del lugar de destino tan pronto como sea posible, aunque eso implique algunas horas sin dormir. Si le haces caso a tu cuerpo te hallarás durmiendo por las mañanas e insomne toda la noche. Querrás almorzar a las 5 de la tarde o desayunar a las 10 de la noche. Adaptación urgente, esa es la clave.

Actualmente existen en el mercado unas gafas denominadas "Luminette" que aplican terapia lumínica a fin de reajustar los ritmos vitales con proyecciones de luz sobre la retina, pues recordemos que el ritmo biológico se rige por las horas de luz solar.

Lamentablemente no hay maneras "naturales" de combatir el jet-lag a excepción de la rápida adaptación que te hemos mencionado. Ni medicamentos, ni trucos químicos podrán convencer a tu cuerpo de que las cosas son como tú dices y no como él las "cree", humanum est.