Agencia de Viajes

lunes, 28 de julio de 2008

Un hotel de arena en las playas británicas

La imaginación popular no descansa, y la inventiva comercial, tampoco. Hemos visto hoteles de hielo en Islandia cuyo descomunal suceso se repite año tras año y si quieres alojarte en él deberás aguardar varias temporadas antes de hallar lugar disponible. También te hemos presentado un hotel cavado en la roca de las montañas de Capadocia conservando intacta su estructura y estilo.

Tal vez recuerdes esos enormes tubos de concreto que fueron instalados en un parque alemán para oficiar de habitaciones y que han tenido gran aceptación por parte de los viajeros de todo el mundo.

Pues si creías que todo estaba inventado, has fallado una vez más. Esta vez la propuesta se sitúa en una de las playas más populares del sur de Inglaterra. Se trata de la playa de Weymouth donde una compañía británica empleó cien mil toneladas de arena para construir el primer hotel de arena del mundo.

Si miras la fotografía notarás su increíble parecido con uno de los habituales castillos que cualquier niño erige en cualquier playa del mundo, sin embargo, es un hotel, cuya habitación doble tiene un costo de 16€ por noche.

Suena bastante económico, y lo es, considerando que carece de techos y baños. Sus interiores están íntegramente moldeados en arena, al igual que sus camas y mobiliario básico. A la maravilla del cielo nocturno que puedes observar desde tu "alcoba", debes sumarle el atractivo de la marea colándose por debajo de tu cama cada amanecer.

Por supuesto que esta estructura no tiene una finalidad comercial, sino atraer la atención sobre las playas británicas y recuperar el esplendor turístico que la costa inglesa tuviera en otras épocas.

El hotel de arena fue construido por cuatro escultores que trabajaron catorce horas diarias durante una semana para finalizarlo. Curioso, divertido, singular, una propuesta original para viajeros que buscan "experiencias" diferentes.

Si deseas disfrutar de una noche en la arena, apúrate a reservar pues con la llegada del otoño, la marea acabará con el alojamiento, al menos por un año.