Comer en vacaciones
Cuando programamos nuestras vacaciones nos invade una adrenalina difícil de controlar. La emoción de descubrir nuevos lugares, el tan esperado descanso y escapar - aunque sean pocos días - de la agobiante rutina. Pero ¿quién considera la posibilidad de enfermarse durante el viaje y toma las debidas precauciones? Sólo algunos pocos.
Aunque en la actualidad es muy sencillo obtener seguros médicos que cubran este tipo de contingencias (tu agente de viajes puede asesorarte al respecto), son pocos aquellos que consideran la incomodidad de una indisposición que trunque alguna de las actividades previstas, o incluso, el viaje en su totalidad.
Una de las afecciones que los turistas suelen presentar con mayor asiduidad son aquellas vinculadas al sistema digestivo. Bien sabemos que la comida que sirven a bordo las aerolíneas no son precisamente "delicias gourmet" (aún cuando viajes en primera clase). Si bien los métodos de preparación son extremadamente cuidados y los estándares al respecto son bien estrictos, un estómago sensible puede acusar el golpe de condimentos y/o alimentos poco habituales en su dieta.
Lo mismo ocurre al llegar a destino. Incluso si tus vacaciones transcurren dentro de tu propio país, las costumbres culinarias cambian de un lugar a otro y una gastroenteritis puede arruinar -literalmente- tu descanso. Por todo esto, lo mejor es tomar algunas precauciones:
Aunque en la actualidad es muy sencillo obtener seguros médicos que cubran este tipo de contingencias (tu agente de viajes puede asesorarte al respecto), son pocos aquellos que consideran la incomodidad de una indisposición que trunque alguna de las actividades previstas, o incluso, el viaje en su totalidad.
Una de las afecciones que los turistas suelen presentar con mayor asiduidad son aquellas vinculadas al sistema digestivo. Bien sabemos que la comida que sirven a bordo las aerolíneas no son precisamente "delicias gourmet" (aún cuando viajes en primera clase). Si bien los métodos de preparación son extremadamente cuidados y los estándares al respecto son bien estrictos, un estómago sensible puede acusar el golpe de condimentos y/o alimentos poco habituales en su dieta.
Lo mismo ocurre al llegar a destino. Incluso si tus vacaciones transcurren dentro de tu propio país, las costumbres culinarias cambian de un lugar a otro y una gastroenteritis puede arruinar -literalmente- tu descanso. Por todo esto, lo mejor es tomar algunas precauciones:
- Antes del viaje es conveniente visitar a tu médico y realizar algunos estudios de rutina que puedan prevenir indeseables sorpresas: hígado, vesícula, riñones, estómago, son algunos de los órganos que primero reciben el impacto de una mala alimentación.
- Si habitualmente eres cuidadoso con las comidas, no abandones tus costumbres sólo porque estás de vacaciones. Continúa tan normalmente como puedas y no te arriesgues a probar alimentos que sospeches puedan provocarte algún malestar.
- Pon atención a la higiene en todo momento. Lava tus manos antes de cada comida y sé cauteloso de los lugares en los que habrás de comer. Observa con cuidado la higiene del lugar y de quienes preparan los alimentos. No dudes en consultar a los lugareños sobre cuáles son los sitios más recomendados para comer sin temor a intoxicarte.
- Algunos alimentos pueden ser "peligrosos" como por ejemplo, los frutos del mar. Si no estás habituado a comer pulpo, mejillón, langostino, etc. no te lances a banquetes "marinos" que luego puedas lamentar.
- Asegúrate de no ser alérgico a determinados alimentos. Muchas personas no lo saben hasta que es demasiado tarde. El pescado en especial, puede producir episodios graves de alergia alimentaria.
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