La Torre de Pisa comienza a erguirse
Si te digo Egipto, automáticamente piensas en Pirámides. Si te digo París, la Torre Eiffel es la primera imagen que acude a tu mente. Si te digo New York, tal vez la Estatua de la Libertad. Si te menciono a Grecia, pues sin dudas el Partenón estará primero en la lista.En cambio si te digo Italia, entonces ya no será tan simple escoger una imagen que pueda representar esta península en todo su esplendor.
En tu lista mental aparecerían el Coliseo Romano, el Foro, Venecia, la Fontana Di Trevi, y un sinfín de monumentos históricos que sin dudas son imágenes inconfundibles de la bella Italia. Y entre estos monumentos, por supuesto, no puede faltar la mundialmente conocida Torre de Pisa.
Aunque esta construcción es de una exquisita belleza y un símbolo contundente del estilo gótico plasmado en su campanario y del románico del resto de la torre, su fama se ha debido a la singularidad de su inclinación más que a la proverbial factura de su ornamento.
Desde que fue erigida en 1173 muchos han sido los intentos por detener su inclinación que anunciaba una estrepitosa caída al alejarse inexorablemente de su eje profetizando un colapso que afortunadamento no llegó. En 1934 Benito Mussolini ordenó (como si fuera tan simple) "colocar la torre en posición vertical". Los trabajos de aquel momento consistieron en agregar cemento a su basamento, lo cual consiguió acelerar su inclinación.
Finalmente en 1990 fue cerrada al público que debía contentarse con admirar su silueta inclinada desde el exterior y a cierta distancia de la misma. Se llevaron adelante complejos sistemas de ingeniería con el firme propósito de enderezarla o al menos, de detener el proceso de hundimiento que la llevaría a una inevitable (y lamentable) caída.
Esta clausura al acceso público persistió durante 11 años, hasta que en 2001, luego de los trabajos de seguridad realizados, se permitió que cantidades limitadas de público pudieran acceder al deslumbrante interior del edificio.
Al parecer los trabajos fueron altamente exitosos y los resultados han comenzado a verse. Recientemente las autoridades han anunciado con cierta pompa que "la torre é salva" (la torre, está a salvo). Los científicos aseguran haber recuperado la verticalidad del monumento en unos 45 centímetros hacia su eje, lo cual dejaría a la Torre de Pisa en las mismas condiciones en que fue construída hace más 800 años. Esta nueva situación significaría para el edificio otros 300 años sin riesgo a caer, pero los trabajos no han concluido y la cantidad de visitas diarias continúa restringida.
A salvo o no, la moderna tecnología ha permitido salvar (al menos por ahora) para la posteridad uno de los monumentos más emblemáticos de un período histórico irrepetible y una de las siluetas más conocidas de la cultura itálica. Me pregunto, si los técnicos logran erguir la torre definitivamente, ¿tendrá el mismo atractivo?
En tu lista mental aparecerían el Coliseo Romano, el Foro, Venecia, la Fontana Di Trevi, y un sinfín de monumentos históricos que sin dudas son imágenes inconfundibles de la bella Italia. Y entre estos monumentos, por supuesto, no puede faltar la mundialmente conocida Torre de Pisa.
Aunque esta construcción es de una exquisita belleza y un símbolo contundente del estilo gótico plasmado en su campanario y del románico del resto de la torre, su fama se ha debido a la singularidad de su inclinación más que a la proverbial factura de su ornamento.
Desde que fue erigida en 1173 muchos han sido los intentos por detener su inclinación que anunciaba una estrepitosa caída al alejarse inexorablemente de su eje profetizando un colapso que afortunadamento no llegó. En 1934 Benito Mussolini ordenó (como si fuera tan simple) "colocar la torre en posición vertical". Los trabajos de aquel momento consistieron en agregar cemento a su basamento, lo cual consiguió acelerar su inclinación.
Finalmente en 1990 fue cerrada al público que debía contentarse con admirar su silueta inclinada desde el exterior y a cierta distancia de la misma. Se llevaron adelante complejos sistemas de ingeniería con el firme propósito de enderezarla o al menos, de detener el proceso de hundimiento que la llevaría a una inevitable (y lamentable) caída.
Esta clausura al acceso público persistió durante 11 años, hasta que en 2001, luego de los trabajos de seguridad realizados, se permitió que cantidades limitadas de público pudieran acceder al deslumbrante interior del edificio.
Al parecer los trabajos fueron altamente exitosos y los resultados han comenzado a verse. Recientemente las autoridades han anunciado con cierta pompa que "la torre é salva" (la torre, está a salvo). Los científicos aseguran haber recuperado la verticalidad del monumento en unos 45 centímetros hacia su eje, lo cual dejaría a la Torre de Pisa en las mismas condiciones en que fue construída hace más 800 años. Esta nueva situación significaría para el edificio otros 300 años sin riesgo a caer, pero los trabajos no han concluido y la cantidad de visitas diarias continúa restringida.
A salvo o no, la moderna tecnología ha permitido salvar (al menos por ahora) para la posteridad uno de los monumentos más emblemáticos de un período histórico irrepetible y una de las siluetas más conocidas de la cultura itálica. Me pregunto, si los técnicos logran erguir la torre definitivamente, ¿tendrá el mismo atractivo?
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