La nueva T3 del aeropuerto de Beijing
Los Juegos Olímpicos de Beijing son indudablemente el acontecimiento deportivo del año. Los mejores atletas del planeta se darán cita para medir sus capacidades fieles al espíritu de camaradería, fraternidad y paz que le dieran origen a los juegos en la antigua Grecia.
Sin embargo, aunque los tiempos modernos son bien distintos de aquellos de la antigüedad y los conflictos políticos han teñido de controversias los preparativos de la fiesta, las previsiones del gobierno chino se han cumplido según los plazos establecidos y una de las principales inauguraciones ha sido la T3 de su aeropuerto.
Esta nueva terminal está destinada a recibir a los millones de turistas que se darán cita en Agosto próximo, y su descomunal tamaño la ha convertido en la más grande del mundo. Con una superficie de 986,000m2, podrá contener el tránsito de más de 70 millones de viajeros. Además el tamaño de las pistas ha sido pensado para recibir y maniobrar al gigante de los cielos, el impresionante Airbus 380.
El diseño ha corrido por cuenta y cargo de Norman Foster, un reconocido ingeniero británico, que consideró e incorporó elementos arquitectónicos propios de la cultura china, emulando a los milenarios palacios imperiales con sus columnas rojas y techos dorados. En la estructura predominan el acero y el vidrio como materiales fundamentales que aportan luz natural y aprovechan al máximo la conservación térmica de su interior.
La T3 está conectada con el centro de la ciudad de Pekín por una línea de metro de alta velocidad construida especialmente para facilitar a los viajeros sus rápidas conexiones con la ciudad.
Muchos son los países que se han manifestado en contra de la política de derechos humanos que China aplica contra los habitantes de la convulsionada región del Tibet y otros tantos han amenazado con cancelar su participación como muestra de adhesión a los tibetanos. Lo cierto es que Beijing se prepara de todos modos, pese a cualquier pronóstico y aguarda paciente la llegada de atletas y público desde todos los rincones del planeta.
Sin embargo, aunque los tiempos modernos son bien distintos de aquellos de la antigüedad y los conflictos políticos han teñido de controversias los preparativos de la fiesta, las previsiones del gobierno chino se han cumplido según los plazos establecidos y una de las principales inauguraciones ha sido la T3 de su aeropuerto.
Esta nueva terminal está destinada a recibir a los millones de turistas que se darán cita en Agosto próximo, y su descomunal tamaño la ha convertido en la más grande del mundo. Con una superficie de 986,000m2, podrá contener el tránsito de más de 70 millones de viajeros. Además el tamaño de las pistas ha sido pensado para recibir y maniobrar al gigante de los cielos, el impresionante Airbus 380.
El diseño ha corrido por cuenta y cargo de Norman Foster, un reconocido ingeniero británico, que consideró e incorporó elementos arquitectónicos propios de la cultura china, emulando a los milenarios palacios imperiales con sus columnas rojas y techos dorados. En la estructura predominan el acero y el vidrio como materiales fundamentales que aportan luz natural y aprovechan al máximo la conservación térmica de su interior.
La T3 está conectada con el centro de la ciudad de Pekín por una línea de metro de alta velocidad construida especialmente para facilitar a los viajeros sus rápidas conexiones con la ciudad.
Muchos son los países que se han manifestado en contra de la política de derechos humanos que China aplica contra los habitantes de la convulsionada región del Tibet y otros tantos han amenazado con cancelar su participación como muestra de adhesión a los tibetanos. Lo cierto es que Beijing se prepara de todos modos, pese a cualquier pronóstico y aguarda paciente la llegada de atletas y público desde todos los rincones del planeta.
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