Vacaciones con los niños
Hay un conocido refrán en el mundo turístico que dice "el lugar de vacaciones de la familia la deciden los padres hasta los 14 años de sus hijos". Y hay estadísticas que así lo demuestran. Luego de esa edad, es probable que los padres deban sucumbir a las presiones adolescentes por visitar uno u otro destino. Y si no logran imponer su voluntad, debes prepararte para unas vacaciones de "caras largas",berrinches y reclamos. ¿Qué eliges?
Este chantaje encubierto por parte de nuestros "pequeños" obedece, por supuesto, a su interés por visitar lugares colmados de actividades recreativas, movida nocturna, grandes salas de videojuegos, cines, discos, y en fin, todo aquello que responda a sus más exigentes motivos para vacacionar.
En cambio los padres, por lo general, suelen preferir alejarse de esos lugares, buscar la calma de la montaña, la relajación del mar, el silencio de los bosques, aquello que los saque por unos días de la agitada rutina anual y simplemente dejar pasar el tiempo sin prisas. Evidentemente los intereses se contraponen.
¿Cómo resolver esta situación que parece no tener salida? Antes que nada lo mejor será dialogar con los más chicos y exponer los puntos de vista personales sobre por qué elegimos tal o cual destino. Muchas veces las opciones se ajustan a cuestiones presupuestarias y aunque nos encantaría darles con el gusto, el bolsillo no lo permite. En ese caso, los niños deben ser conscientes de las limitaciones económicas del grupo familiar y contribuir al descanso de todos, sin mayores exigencias.
Pero también es importante atender a sus necesidades de diversión, ya que las vacaciones son de todos. Existen algunos destinos que conjugan ambas características. Por lo general suelen encontrarse lugares cercanos al mar que durante el día brindan la apacible calma que los mayores buscan, y por las noches se pueblan de música y entretenimiento para los más jóvenes. Eso sería ideal.
Otra opción es fundamentar nuestra elección en todas las actividades divertidas que ofrece el destino elegido y que seguramente ellos desconocen. Si nuestros hijos son deportistas o aman la aventura, no tendrán problema en vacacionar en una pequeñísima aldea en la montaña, si tienen allí la posibilidad de practicar parapente, cabalgatas, montañismo, escalada, ski o snowboard.
Si en cambio son más sedentarios o amantes de la tecnología, les gustará saber que en el hotel donde se alojarán existe un business center con WiFi con varios ordenadores donde podrán hacer lo que les plazca.
Aunque no es esta tu idea de vacacionar, créeme que ellos lo disfrutarán tanto como tú.
Diálogo, negociación, opciones y madurez, son algunos de los requisitos para que este dilema llegue a buen puerto.
Este chantaje encubierto por parte de nuestros "pequeños" obedece, por supuesto, a su interés por visitar lugares colmados de actividades recreativas, movida nocturna, grandes salas de videojuegos, cines, discos, y en fin, todo aquello que responda a sus más exigentes motivos para vacacionar.
En cambio los padres, por lo general, suelen preferir alejarse de esos lugares, buscar la calma de la montaña, la relajación del mar, el silencio de los bosques, aquello que los saque por unos días de la agitada rutina anual y simplemente dejar pasar el tiempo sin prisas. Evidentemente los intereses se contraponen.
¿Cómo resolver esta situación que parece no tener salida? Antes que nada lo mejor será dialogar con los más chicos y exponer los puntos de vista personales sobre por qué elegimos tal o cual destino. Muchas veces las opciones se ajustan a cuestiones presupuestarias y aunque nos encantaría darles con el gusto, el bolsillo no lo permite. En ese caso, los niños deben ser conscientes de las limitaciones económicas del grupo familiar y contribuir al descanso de todos, sin mayores exigencias.
Pero también es importante atender a sus necesidades de diversión, ya que las vacaciones son de todos. Existen algunos destinos que conjugan ambas características. Por lo general suelen encontrarse lugares cercanos al mar que durante el día brindan la apacible calma que los mayores buscan, y por las noches se pueblan de música y entretenimiento para los más jóvenes. Eso sería ideal.
Otra opción es fundamentar nuestra elección en todas las actividades divertidas que ofrece el destino elegido y que seguramente ellos desconocen. Si nuestros hijos son deportistas o aman la aventura, no tendrán problema en vacacionar en una pequeñísima aldea en la montaña, si tienen allí la posibilidad de practicar parapente, cabalgatas, montañismo, escalada, ski o snowboard.
Si en cambio son más sedentarios o amantes de la tecnología, les gustará saber que en el hotel donde se alojarán existe un business center con WiFi con varios ordenadores donde podrán hacer lo que les plazca.
Aunque no es esta tu idea de vacacionar, créeme que ellos lo disfrutarán tanto como tú.
Diálogo, negociación, opciones y madurez, son algunos de los requisitos para que este dilema llegue a buen puerto.
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